El viejo barrio industrial
Llegamos con mis padres a mediados de los 40 del siglo anterior al viejo barrio riocuartense de las industrias, que se extendía desde la nueva Oleaginosa hasta el Molino Fénix (hoy reactivado) pasando por el Molino Eminco (luego Río de la Plata), siguiendo las líneas del viejo Ferrocarril San Martín.
La Oleaginosa, si bien su fundador y principal accioniosta, Joaquín Crisol, no era riocuartense, puede considerarse como la primera gran industria genuinamente
local. Pedro Gilabert, fue uno de sus socios, y Sebastián Barale, un amante de los fierros, fue el jefe técnico y creador del funcionamiento de la fábrica, donde llegaron a trabajar más de doscientas personas, debiendo agregar a quienes indirectamente también tenían vinculación con la empresa.
Crisol había comenzado a construir un gran barrio para los empleados cruzando las vías hacia el Este, pero llegó a levantar casas en cerca de dos manzanas antes de su lamentada y temprana muerte. La empresa siguió funcionando con los Cormick, Bruera y otros en distintas etapas hasta los 80 en que tras la compra por una firma extranjera, fugados los accionistas hacia Europa tras créditos jugosos conseguidos aquí, la Oleaginosa (junto con otra fábrica de Berrotarán) cerró definitivamente y sus terrenos rematados por martilleros de Buenos Aires. Tras varios cambios de fecha en la subasta, los terrenos y lo plantado quedaron en manos de un empresario radicado en Río Cuarto hace bastante tiempo, dejando secuelas de desencuentros por problemas ambientales y otros, con intervención municipal, promesas de realizar algún emprendimiento en el lugar que lo piden los habitantes y muchas otras propuestas, lo que todavía no permite avisorar una solución final sobre lo que hacer con esos terrenos y sus vetustas construcciones, desmanteladas de chapas y otros elementos además de los existentes en la administración, antes de su remate y aún después. Digo, no se pudo cuidar eso, cuyo resultado de venta debió ser también posibilidad del pago por ejemplo de deudas de sueldos a los ex empleados, la parte más sensibles luego del cierre. Para mí una verdadera vergüenza y sin dudas amargura y dezasón para quienes vivimos durante tantos años ligados al gran progreso por muchos años de la aceitera.
La ruta, el nuevo barrio
Será interesante recordar que la Avenida Italia (hoy Sabattini) era la ruta que partía desde la estación YPF (hoy Tuck al 1800 frente al entonces Regimiento 14) y al 3200 pasadas dos cuadras de la Barraca Marich tomaba hacia la derecha y desde ahí a Holmberg (ya estaba la variante 35 hacia Mackenna) o bien hacia Villa Mercedes, (para ello enganchaba con la ruta7) San Luís o Mendoza. Las rutas eran malísimas, casi todas de tierra, ir a Laboulaye por Mackenna se convertía una aventura africana, por graficarlo de alguna forma por quienes tuvimos oportunidad de hacer el recorrido muchas veces.
Pero no eran esas las únicas industrias, ya que estaba la fábrica de papel de los Melegatti al 2500 de Avenida Italia y la de implementos agrícolas Chalita de Curletto y Guezuraga al lado, barracas como Lusitana de Lourenco (luego de Pfleger) y Giné y don José Roggero con sus avances en la técnica de mecánica diesel también en lo que era la ruta por donde pasabn los camiones desviando en la entonces Uspallata (hoy Perón) hacia Maipú, para evitar el paso céntrico, pero pudiendo entrar a la YPF de la esquina de Urquiza siempre llena de camiones, con la Hostería Imperio (de la familia Monteiro) al lado, donde dormían no solo los camioneros sino muchas personas que desde la zona llegaban a Río Cuarto. En el comienzo del 50 se realizó la rotonda y ahí nació Moretti y Cía. con Fiat Someca, al 2100 de la Avenida y esa rotonda cuyo paseo se llamó en distintos momentos Eva Perón y General Paz, siempre se la conoció (y aún algunos la llaman así) como la plaza Moretti.
Servicio de ómnibus, nuevos emprendimientos
Todavía, cuando llegamos estaba la ACO, que era la empresa de ómnibus local de entonces, con dos líneas, la uno Cementerio-Alberdi y la dos de Parque-Cárcel (cuando Perón hizo el Hospital Central comenzó a llegar a ese nosocomio y algunos viajes cada hora o dos se extendían al barrio Las Ferias). Destacamos que estas líneas se mantienen con esos números y el mismo recorrido, pero se sumaron muchas más que cubren toda la ciudad y la Universidad, a cargo desde 1950 de la Cooperativa de Transporte Ciudad de Río Cuarto (conformada con parte de los ex trabajadores de la ACO), hoy S.A. Transporte Ciudad de Río Cuarto. Años más tarde la Cooperativa se instalaría en el barrio, que es donde está aún hoy y provenía de calle San Martín más allá de Maipú.
A pocos años de fundada la hoy SAT, otra empresa cooperativa que se conoció como los ómnibus azules, intentó con recorridos alternativos compartir el vital servicio pero en muy poco tiempo cerró, ya que circulaban por caminos de tierra y la escasa luz de las calles (si es que a algunos lugares llegaba la energía eléctrica contínua de entonces) hacía peligroso para los viajeros el tránsito, incluso de día, si bien los atracos, choques o cualquier hecho policial por esos tiempos eran noticiones para los diarios, la red de Publicidad Sol o las transmisiones de la Mil de don Santiago Drago con su ronca voz en plaza Roca.. También es destacable que quienes utilizaban el servicio estaban ya acostumbrados por años a las líneas y recorridos habituales de la Cooperativa ya instalada.
Volviendo al viejo barrio, en los 50 Ruiz, Miore y Ferrer instalaron al amparo de los tractores Fiat-Someca y otros la fábrica de cabinas Rumifer y alrededor del barrio surgieron varias pequeñas industrias, incluso cerca de la ORC se abrió una destilería de alcohol y ya estaba don Gino Fioretti con sus pieles; en los 50 Reynaldo Esperatte (le decíamos Esperatti) inauguró una heladería que más tarde llevaría al centro agregando la pizza. Estaba el almacén y bar del "Vasco" Celestino López, cuyas propiedades ocupaban casi la cuadra entera hasta la oleaginosa, de la denominada calle Presidente Perón (hoy Indio Felipe Rosas).
Las manzanas de Italia del 1900 al 2000 eran baldíos, incluso en alguna oportunidad en aquellos años ahí, en reemplazo de El Talar, se jugaron partidos de fútbol local y con equipos de Buenos Aires. A más de 50 años todo está cubierto de viviendas y superpoblado. Los circos, que utilizaban y lo hacen aún, los grandes terrenos despoblados, eran el termómetro de lo poco que había en construcciones, ya que hasta Avenida Italia al 1500 se instalaban y luego fueron corriéndose más hacia el sur o por la Avenida San Martín no más allá del l300 o 1400
Y este, muy en resumen porque habría tanto para relatar que lo haremos en otras oportunidad, era el barrio donde viví casi 20 años hasta mi casamiento. La única parroquia desde el 47 era la de la orden los Sagrados Corazones con el recordado padre Juan Amengual que vino desde España.
A fines de los 50 fue levantado el Regimiento 14 y el de Alberdi (ambos ocupaban varias manzanas), quedando aquí el llamado Comando, el Distrito y el Batallón de Holmberg, junto al recién nacido Taller Regional (conocido como Base Aérea de Las Higueras) en los campos de unos parientes nuestros, los Magrini, junto a otros que fueron expropiados.
Los juegos, el servicio y otros recuerdos
Bueno, lo escribí en algunos otros relatos, nuestros juegos eran la cabeceada y los partidos de fútbol en los baldíos, los fogones de San Juan y de San Pedro y San Pablo, los centros y jugadas con las viejas pelotas de goma en un solo arco en las calles obviamente de tierra, ahí mismo las bochas, el hoyo pelota, las figuritas, escondidas, el trompo, el balero, las cupecitas de madera y lata (no chapa porque eso era un lujo) que nos fabricaban los viejos emulando a los Gálvez, Fangio, Ciani, Marcilla o nuestro querido Mingo Candela y otros. Decir que unos pocos juguetes, como el "mecano" o algún camioncito o revistas como El Pato Donald u otras, era lo poco que se compraba, De las picadas futbolísticas nacieron muchos de los jugadores del Club Kilómetro que llegó a participar dirigidos por el recordado don Odone de los torneos locales aunque ni cancha tenía y una improvisada sede. Los Grandis, Isoca, por ahí los Alaniz y otros fueron los "players" del club. Destaco que los juegos en las calles se interrumpían en el tiempo de la cosecha de girasol, ya que decenas de camiones se instalaban en las calles cercanas a las fábricas esperando turno para bajar la producción....toda una postal...
Ah... olvido dos cosas fundamentales, los Pesce con su sastrería, el papá, José y Roque al 2200 de Sobremonte, que era la última casa frente a la carnicería de Zamora y después baldíos hasta la manzana al lado del cuartel, donde ensayaba la Banda del Regimiento!!..y ese era mi camino para ir a la Escuela Mitre, en días muy, muy fríos (quién no recuerda los sabañones con ardor y dolor en piés, manos o u orejas) o bien los muy calurosos y nada de ómnibus escolares, a "pata" como decíamos y no teníamos faltas!!... más o menos como hoy.
Lo otro era el viejo Tiro Federal, que se instaló por el Ejército hacia el oeste del barrio ya sobre Maipú a mediados de los 40 cuando nosotros llegamos al sector de la Oleaginosa. Esta cita vale porque con los amigos, especialmente Pichi Pfleger y otros que estaban cerca de mi edad, íbamos a tirar con pistola o carabina, porque a los que hacían buen puntaje, y por ahí lo lográbamos, les significaba mejores posibilidades en el cercano servicio militar obligatorio.
Yo lo hice en Córdoba, los contactos magros de mi viejo no alcanzaron para quedarnos aquí y esas visitas de todos los sábados al Tiro Federal me sirvieron para ser AOR, es decir aspirar a quedarme como oficial si quería y tenía condiciones... menos mal que no las tuve. Estuve en 1958 en la Escuela de Artillería, la misma donde Lonardi luchó contra Perón.Lo de AOR fue un calvario, nos trataban peor que a los cadetes de la Escuela Militar, en realidad me equivoqué, no fue una distinción para mi sino un "calvario", pero una operación de apendicitis en el viejo Hospital Córdoba a cargo del célebre cirujano (era Militar ) Dr. Guillamondegui me "salvó" y me quedé en la Enfermería más de 8 meses hasta abril del 59 después de 13 meses de servicio, que lo hacíamos a los 20 años y no a los 18 como fue después. Pero aprendí mucho, yo era único hijo con lo que eso conlleva y me hice realmente hombre en ese lugar. Creo que hoy a los chicos les vendría bien, pero es solamente mi pensamiento y no quiero entrar en la polémica sobre el tema.
Qué fue de aquello...
Como dice el tango, cuántos amigos, "dónde estarán", cuántos recuerdos e imborrables momentos que no volverán. Suelo caminar el barrio, tomar fotos y sentarme en algún lugar donde me parece escuchar fuertes voces pidiendo la pelota, el canje de una figurita o insultando al torpe que te pateaba la cupecita, quizá pidiendo el "sanguich" a Juanito Carlé o Rosa en el kiosko Al querer incorporarme siento que me pesan los recuerdos pero recibo el impulso de lo hermoso que fue aquello, asumo un momentáneo olvido y me zambullo otra vez en este complicado mundo de los chicos de hoy, a quienes todo aquello del pasado les parece imposible si no disponen los elementos tecnológicos de hoy que manejan con tanta facilidad.
jueves, 6 de octubre de 2011
Historias Populares
Publicado por
Aldo Caseros
en
13:06
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Etiquetas:
Historias de Barrio
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